Son las 9 de la mañana y el sol ya apreta en Baringo, Kenia. Vamos apretujados en el coche, con el equipo de formadores de Mundo Posible y uno de los directores de las escuelas donde trabajamos en la zona, saltando en nuestros asientos por los botes de la carretera sin asfaltar. Entre alegres conversaciones y risas en diferentes idiomas (Kiswahili, Ilchamus, Inglés) llegamos a la escuela de primaria de Kailer, donde se encuentran los niños y niñas con los que hoy realizaremos la primera sesión de información y educación en Salud menstrual, sexual y reproductiva e higiene.

En esta escuela, la formación se va a realizar directamente en la lengua local, el Ilchamus, que es la etnia predominante de la zona y a la que enfocamos especial atención debido a las problemáticas a las que se enfrentan las niñas y mujeres de esta comunidad étnica. La zona se encuentra tan alejada y sufre tanta pobreza, que los niños ni siquiera hablan kiswahili, la lengua nacional de Kenia junto al inglés.

Dos formadores mujeres Ilchamus y dos formadores hombres Ilchamus inician la sesión de formación entre cánticos de bienvenida de los niños y las niñas, en clases separadas. Al dividirlos, se facilita que las niñas puedan expresarse libremente y puedan realizar preguntas de todo tipo sobre la menstruación, pubertad, sexualidad, infecciones vaginales o también mutilación genital femenina. En una sociedad donde las mujeres deben dar la prioridad de la palabra a los hombres, es importante ofrecerles este espacio privado y seguro junto a las formadoras.

Cuando llega la pausa de la comida, muchos niños se quedan en la escuela, pero no reciben ninguna comida. Hace años, el gobierno ofrecía un programa alimenticio para las escuelas. En algunas escuelas de primaria, los niños reciben arroz o maíz, en otras los sacos de arroz o maíz se han terminado. Vemos que tampoco tienen una sola gota de agua, y los grandes tanques para almacenar agua están completamente vacíos, tumbados en el suelo, como grandes fantasmas.

Cuando visitamos los lavabos, la situación aún se presenta peor. Los agujeros de las letrinas están llenos, y muchas de las paredes traseras se han derrumbado, dejando al aire libre los residuos humanos. Incluso el lavabo de los profesores sufre el mismo problema, y la escuela solo fue construida diez años atrás. El coordinador de educación de la región le ha comunicado a la escuela que, a falta de fondos, sean ellos los que movilicen a la comunidad para buscar una solución. En una comunidad donde la mayoría de las familias a veces no tienen ni para comer, es difícil pedirles fondos.

Nos sentamos con el vicedirector, e intentamos ver qué podemos hacer con los pequeños recursos que tenemos. Ellos presentan la situación de las letrinas, pero al final de la conversación la prioridad más clara es la necesidad de agua en la escuela. La semana que viene realizaremos la segunda sesión de formación con los niños y niñas, y junto con la comunidad, la escuela e ideas prácticas encontraremos pequeñas soluciones para grandes problemas.