El pasado 23 de Marzo se realizó la entrega de las compresas reutilizables a las niñas de la escuela rural del Mau Forest, Amani Kuresoi School.

Después de juntar todos los fondos recogidos en la venta de los calendarios de mesa del 2018 y algunas donaciones de personas que nos han apoyado en este microproyecto, lo enviamos con una de las personas de nuestra asociación hasta Kenia, donde fue recibido por Samuel y Raquel, que se pusieron manos a la obra.

Entregamos el dinero al grupo de mujeres de Karunga Women para fabricar las compresas reutilizables. Ellas ya habían adelantado trabajo comprando las telas especiales para las compresas en la capital, y después de dos semanas de fabricación, ¡las compresas estaban listas y empaquetadas! Cada bolsa-mochila contiene una funda y 5 telas especiales para poner en la funda.

Después nos reunimos con Lucy, la persona de la organización local keniata con la que colaboramos para realizar esta pequeña acción, para programar la visita, formación y avisar a los profesores de la escuela. En esta ocasión también se nos unió Duke, ya que quisimos presentar la formación a las niñas de un modo integrador: en vez de hacer sólo la sesión a las niñas, haríamos una sesión conjunta con los niños y las niñas para hablarles de la pubertad y posteriormente llegar a la menstruación. De esta forma, algo de lo que nunca se habla de forma pública se trataría de una forma delicada y conciliadora.

Salimos muy pronto por la mañana para iniciar nuestro camino que iba a durar 3 horas desde la ciudad de partida en Kenia. Primero por una carretera secundaria, después por una carretera de tierra que se interna en el Mau Forest, y después por un atajo a través de las casas donde la carretera se hace un poco más difícil al estar en peor estado y estar llena de charcos de agua donde se puede encallar el coche.

Por suerte aquel día no llovió, y llegamos felices y expectantes a Amani Kuresoi School, donde nos estaban esperando. Pero encontramos mucho más de lo que esperábamos: todos los niños de la escuela corrieron cuando llegamos con el coche, y después nos sentaron en unas sillas y después según salían voluntarios de cada clase, nos recitaron algunas canciones y versos en kiswahili.

Los profesores les convocaron de juntarse en un aula los cursos a los que nos dirigíamos (de los 11 a los 16 añitos), y así primero nuestro compañero Duke les habló de la pubertad y de una forma participativa y hablando con ellos llegamos a los cambios que sufren las niñas y los niños y en específico las niñas. Después de esta sesión nos quedamos sólo con las niñas, y le tocó el turno a Lucy, que habló de la problemática a la que se enfrentan muchas niñas adolescentes cuando tienen la regla y dejan de atender la escuela por no tener medios adecuados con los que protegerse. Cuando sacó las compresas y unas braguitas rosas especialmente compradas para la ocasión salieron las risas por todas partes entre las niñas, y estallaron aún más cuando pedimos voluntarias para que practicasen cómo poner la compresa reutilizable en la braguita.

Las risas permitieron que las niñas se abriesen cada vez más, e incluso estuvimos charlando con ellas de si las veían útiles y las iban a utilizar: estaban encantadas de poder tener esa preciosa bolsa que les iba a permitir ir a la escuela los días que tenían la menstruación cada mes. Pero incluso fue más: las profesoras también nos pidieron tener un kit de compresas, ya que también les ayudaría a ellas, e incluso algunos profesores pidieron para sus mujeres e hijas.

Uno se da cuenta de la situación de necesidad en que viven estas personas cuando Lucy me dijo que para otra ocasión igual teníamos que pensar en adjuntar una braguita al kit, ya que muchas niñas sólo tienen una o dos braguitas. Y aún más se da cuenta cuando Lucy les recalcó que este kit era sólo para ellas, que no lo podían compartir con sus hermanas o madres, a causa de la higiene.

Muchos zapatos medio rotos mostraban las duras condiciones en que viven muchos de esos niños y familias. Una zona rural, en la que ya atender a la escuela y tener unos cuantos libros es un lujo.

Se nos llenó el corazón con sus palabras de agradecimiento, y encima también llenaron nuestro estómago, ya que nos ofrecieron el tradicional té con leche y unos cuantos trozos de pan, un lujo que les agradecimos enormemente. El viaje de vuelta era largo y ya eran las 2 del mediodía, así que con grande satisfacción nos subimos al coche e iniciamos el viaje de vuelta entre las montañas del Mau Forest.